miércoles, 20 de marzo de 2013

San José, una reflexión.

El otro día en un retiro una pequeña reflexión me hizo despertar un poco más la devoción hacia San José. Y es que San José, estando desposado con María, se entera con sorpresa que ella está embarazada. No entiende que pasa. Se habían desposado, y aunque no vivían juntos todavía, a todos los efectos estaban casados. Y San José, que conocía a Santa María, no entendía nada. Sabía que Santa María no le había sido infiel, también sabía que no la habían forzado, pero no se le ocurría que podía haber ocurrido. San José estaba confundido. Amaba a esa mujer, y había ocurrido algo que los separaría a los dos. Tomó una decisión, repudiarla en secreto. Según la ley de Moisés  podía llevarla a juicio y que le impusieran la pena de lapidación. He aquí el primer hecho destacable: supera la ley antigua.

Era un hombre justo y la repudia en secreto. Si hubiera reaccionado "justamente", el Señor hubiera necesitado de una actuación milagrosa para cumplir con el plan de Dios. Hubiera necesitado de una revelación en sueños, u otra actuación. Él, que era un hombre justo, la repudia en secreto no queriendo que fuera más malparada más allá de ser madre soltera en una sociedad patriarcal. San José libera de la muerte a Jesús por primera vez. La primera vez que Jesucristo se encuentra en peligro de muerte es por causa de la ley de Moisés, y esta vez el Señor necesita de la colaboración de San José.

Una revelación le muestra la explicación, y San José acepta. Acepta porque su actitud ya es propicia. A partir de entonces comienza a ser un ejemplo de lo que un padre debe ser, sin nunca haber sido padre en sentido estricto. Y se convierte en patrón de la Iglesia, que es una forma elevada de paternidad.

lunes, 18 de marzo de 2013

Nunca se cansa de perdonarnos.

Lo ha dicho el Papa Francisco. "Nunca se cansa de perdonarnos". Dios no se cansa. Y nos ha dicho que nosotros no nos cansemos de pedirle perdón.

Y tenemos el sacramento de la confesión. Y está allí esperándonos. Y no se cansa de esperarnos. Y quiere que vayamos a lavarnos, a ser consolados, a recibir su gracia. Y pasamos por delante. Y hay quien dice que se confiesa directamente con Dios, y hay quien dice que no necesita perdón porque no ha hecho nada malo, y hay quien dice que no tiene tiempo, y hay quien dice que no hay curas, y hay quien dice que un día un cura... y hay quien dice... Y el Señor nos sigue esperando. Y nosotros seguimos, y no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos, porque sabemos que no sirve, porque lo más que podemos hacer en esconderlo y enterrarlo en una caja que sabemos un día se abrirá. 

Y El sigue allí, y no se cansa. Y nosotros nos escondemos, porque nos sabemos desnudos. Porque vemos que no podemos ofrecer nada. Y El nos dice que volvamos, que nos revestirá con vestidos de fiesta, y nos invitará al convite, Y nosotros, cansados de pedir perdón, haremos el examen de conciencia viendo que son los mismos pecados de siempre, y tendremos dolor de los pecados cometidos porque amamos a Nuestro Señor, y haremos propósito de enmienda pidiéndole ayuda porque sabemos que con nuestas solas fuerzas volveremos a caer, y diremos los pecados al sacerdote sabiendo que es el mismo Jesucristo quien esta detrás de El  y cumpliremos la penitencia porque nos sabemos necesitados de su ayuda. Y saldremos alegres, revestidos de fiesta y con la dignidad de sabernos hijos de Dios. Unos hijos queridos, unos hijos que quieren a su Padre Dios, y que no quieren defraudarle. 

domingo, 17 de marzo de 2013

Diferentes en la unidad.

Y es que el Señor nos quiere. Y sabe que somos diferentes. Y nos quiere santos.

Esta foto que ilustra la entrada muestra a los tres últimos Papas. Papas grandes y santos. Sabe el Señor que tenemos dones, defectos y caracteres diferentes. Y el Señor nos acoge a todos, y la Iglesia nos reconoce a todos como hijos.

Y es que a veces creemos que nuestra forma de ser, de hacer y de decir es la única para ir al cielo. Y el Señor nos enseña de nuevo que Él no se acaba en nuestros pensamientos ni en nuestra forma de ser. Hay muchas maneras y muchos caminos. Todos se rigen por el mismo código y llevan al mismo sitio, pero son diferentes. No son antagonistas, son diferentes. Unidad en la diferencia, diferentes en la unidad. La oración y la Iglesia es el vínculo que nos mantiene unidos:  los mandamientos, bienaventuranzas y el Evangelio el mapa; los sacramentos nuestro alimento y el destino el cielo.

La aceptación de la diferencia, la ayuda mutua, la oración de unos por otros, la unidad que representa el Santo Padre en el mundo, y los obispos en sus respectivas diócesis son una llamada para reconocernos y amarnos. Porque el Señor nos hizo diferentes y nos quiere diferentes, porque cada uno tiene una misión particular y personal que sólo él puede hacer. Porque el Señor desde siempre nos quiso, y nos ama, y nos perdona siempre. Porque luchamos por ser santos, pero sabemos que precisamos de  la ayuda de Nuestro Señor para alcanzar el objetivo.

Gracias Señor.

jueves, 14 de marzo de 2013

Gracias.

Gracias Señor por escoger un pastor para nosotros, ilumínale para guiar la barca mar adentro.
Gracias Papa Francisco por aceptar la carga.

P.D. Después de tantas quinielas y apuestas para ver quien sería el próximo Santo Padre, se vuelve a confirmar ese proverbio judío  de "EL HOMBRE PIENSA, DIOS RIE".

viernes, 8 de marzo de 2013

Ahora depende de mí.

- Buenos días, Señor.
- Buenos días.
- ¿Qué me espera hoy?
- No sé. Bueno, si sé, pero depende de tí.
- Ya...
- Depende de tí si es para bien o no. Depende de tí si éste día es un día excepcional o un día más. Depende de tí...
- Ya he entendido...
- No creo. Si lo creyeras de verdad no harías las cosas mal. Hoy es el día, ayer no lo puedes cambiar y mañana no depende de tí. Hoy es el día.
- Sí. Pero ayúdame.
- Mi ayuda siempre la tienes. Intenta hoy hacer especial el día a los demás. Te darás cuenta de lo poco que piensas en los otros. Ya me contarás.
- Sí, pero ayúdame.
- Vale.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Más de lo mismo.

Buenos días, Señor.
Buenos días.
¿Y hoy?
Más de lo mismo. Sólo por hoy, ¡ser santo! 
Ya...
Yo la Gracia te la envío, si no la aprovechas es que no quieres.
Ya...
¡Ponte en marcha! Esta lucha es dura, estoy a tu lado, pero tú tienes que querer.
Quiero...
Si quieres, no lo dudes, con mi ayuda lo conseguiremos.
Quiero. Con tu ayuda... ¿Algún punto especial?
Pues mira, ya que lo dices, descubrir que gracias y favores te concedo hoy.
¿Cuenta esta pequeña oración?
¿Tú qué crees?

martes, 5 de marzo de 2013

Lo ordinario.

Buenos días,

Señor, Tú que me creaste para Ti, me amas. Quieres que convierta mi día en una oración constante. Ofreciendo mi trabajo diario, ofreciendo mi vida de familia, ofreciendo mi ocio, ofreciendo mi descanso. Todo para Ti.

- Pero lo que hago es ordinario. No es importante, ni grande.

- Hecho con intención, ofreciéndolo y poniendo de tu parte lo poco o mucho que puedas, y Yo con mi Gracia, convierto lo ordinario en extraordinario. Tenlo en cuenta hoy.